Amigos para siempre

“Un verdadero amigo es el que llega cuando todos se han ido”

Albert Camus

Cuando nos damos cuenta nuestra identidad ha cambiado, hasta 180 grados diría yo. Ya no somos los mismos ni de lejos. Y esa toma de consciencia llega con frecuencia cuando llegas a los 50. Casi olvidadas quedan esas locuras juveniles, esas ganas, esa ambición de conseguir algo, de crear algo, una canción, un poema, un vídeo musical, un relato. Es el peso de la madurez, de la familia, de todo lo conseguido. Se dice que lo que no has hecho antes de los 50 ya es difícil que lo puedas hacer, ese apartamento en la playa, ese viaje por rutas exóticas, ese siempre ambicionado año sabático para poder pensar como cambiar tu vida.

Todo ello claro si no contaras con tus amigos, pero los de siempre, tus Pepitos Grillo particulares, los que tarde o temprano en alguna de las reuniones te recuerden los grandes momentos de tu vida asociados claro a tus años de juventud, años de estudios, universidad, juergas, viajes de vacaciones, momentos divertidos en los que se recreáis con lujo de detalle. Pena que esas reuniones sean cada vez más raras, infrecuentes y ya definitivamente virtuales, gracias al diabólico WhatsApp y demás redes.

Con libros como el del gran Daniel Ruiz @juntapalabras  “Amigos para siempre” (Tusquets, 2021), no queda más que una palabra, identificación. Muchas experiencias y guiños culturales comunes (canciones, películas, libros, cuadros…). Mucho de cambio de identidad, de transformaciones profundas por las puyadas de la vida, de darse cuenta de que quizás el camino elegido es el equivocado, de falsos triunfadores, de familias cogidas con alfileres, de desengaños por no haber sido lo que realmente hubiéramos querido.

Magnífico desarrollo y crecimiento de los personajes tanto masculinos como femeninos, con su inacabable guerra de sexos, de libertades y esclavitudes propios del matrimonio. Ahora a los 50 cuando queremos hacer algo nuevo, volver a ser lo que queríamos ya no podemos, estamos maniatados por la familia. Amordazados por un trabajo del que eres esclavo y solo sirve para ganar dinero. Enjaulados por vuestra posición social, vuestras poses, el poder de las apariencias enardecidas por la envidia sana o no, de lo que tienen o dejan de tener los vecinos o esos, tus propios amigos. Lo que han llegado a ser, lo que han conseguido y en la posición en que te dejan en esa partida de ajedrez o en esa obra de teatro cuando se producen las relaciones sociales.

Confieso que he disfrutado, que me he sentido muy identificado y que me ha hecho reflexionar. Buena lectura de verano, os la recomiendo.

Saludos @juanjesang